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(Te) queremos publicarte

En Girls from today nos proponemos dar a conocer a diferentes mujeres.

Sabemos lo difícil que es dar los primeros pasos y empezar en la vida laboral. Pero creemos en la creatividad y aunque sean tiempos extraños aquí no nos rendimos nunca. No hay que dejar de buscar la belleza en el mundo.

Aquí os dejamos los textos seleccionados.

Autora: María Rodriguez Anguita @deseo.factory

Sin título

Es raro, porque no solo me ha ocurrido esto a mi, pero creo que en este lapsus en el tiempo se nos ha difuminado la memoria inmediata, los recuerdos de hace escasos tres meses y hemos empezado a evocar de manera más nítida nuestros recuerdos de la niñez y la adolescencia. Paradójicamente esto les ocurre con frecuencia a nuestros mayores, que parece que cuando llegan a edades avanzadas se olvidan de lo que han cenado ayer, pero te podrían relatar de forma exacta el estampado de su bañador y el olor de los nísperos que se comieron el día la que jugaron al balón con su madre en la playa con 5 años. ¿No es curioso que esto nos ponga en su piel ? Si lo hiciéramos con más frecuencia todo sería muy diferente. Tengamos cabeza.

Autora: Alejandra Gonzalez Sevares @alexgsevares

CORTINAS

Cuando nos mudamos a esta casa, no había nada. Estaba completamente vacía. Nos gustó la idea de partir de cero. Algo tuyo, pero sin realmente serlo (estábamos de alquiler). Empezamos trayendo cajas y dibujando en un papel todas las ideas que se nos iban ocurriendo. No contábamos con mucho espacio, así que tampoco habría mucho que comprar. Unas estanterías por aquí, unas macetas por allá, 4 cuadros y listo. Algo minimalista, sencillo y a la par moderno. Con lo que no conté fue con lo que primero íbamos a necesitar (en el dibujo no aparecían). Y sentía ser algo tan obvio que no sé el porqué de mi extrañeza.

  • ¿Unas cortinas?, pregunté.

  • Pues claro. La gente nos ve (ella lo veía claro)

  • ¿Qué gente? (incrédula de mí)

  • TODA

A mí personalmente lo que más me preocupaba, era dejar de dormir en aquella cama plegable tan incómoda, pero no, parece ser que lo más importante, lo realmente importante no eran nuestras espaldas, sino nuestra intimidad. Y claro, a todo esto, súmale que era agosto y que a ciertas horas la ropa ya dejaba de tener mucho sentido.

  • Vístete o trae unas cortinas ¡ya!

Así que sí, con lo primero que empezó a coger forma nuestra casa fueron aquellas dichosas cortinas. Largas y opacas. Que no se vea nada. Respira. Por fin, dejábamos de estar expuestas a todas aquellas miradas que la perturbaban y la dejaban frágil y desvalida.

  • ¿Puedo quitarme ya la ropa?...

  • Sí, puedes hasta tocarte los huevos delante de todos si quieres

  • Gracias, lo haré.

Día 1 de confinamiento.

  • ¡Quita las cortinas!

  • Pero, ¿y la gente?

No sé porque dije eso, a mí realmente la gente me importaba poco, es más, jamás creí que nadie nos mirara. ¿Mirarnos para qué? Las quité. Mejor no decir nada. Llevan quitadas 25 días. 25 días expuestas al TODO. A la NO privacidad. Al desnudo. Tomo mi café a través de ellas cada mañana, y a parte de dibujos de ánimo, no veo nada más. Ni una sola mirada. Este encierro ha hecho que ella supere su desnudez y yo descubra mi verdadero terror. Que nadie lo haga.

Autora: Miriam ximenez reche
SOMNILOQUÍA

Se conocieron en 1983 en La Vía Láctea. Ella estaba aburrida y Él estaba solo. Lo miró desde la barra con una copa aguada en la mano. Él vio los rayos láser oculares de Ella y la invitó con un gesto de mano a ocupar su lado cercano del sofá. Ella, que no tenía allí mejor que hacer, se acercó sin nada que perder aunque, visto lo visto, ganar tampoco era una opción. Y hablaron. Bueno Ella habló, Él era de pocas palabras, de sonrisas medianas y de comprensión oral corta. A la sin hueso gustaba darle uso dentro de boca ajena desde los diez años, así que tiró de experiencia de pico para no escuchar ni tener que soltar palabra. Pronto acabaron en piso compartido de Ella. Follaron durante 6,32 min y después de limpiarse ambos los cacharros se quedaron con la oreja planchada. Bueno Él se quedó durmiendo, Ella estuvo quemándose las rodillas mientras vomitaba, el alcohol con agua no le sentaba bien de vez en cuando. Ahora es de día. Ella mira el techo, se alegra de no estar en casa forastera para no tener que hacer el paseo de la vergüenza, se entristece de tener un cadáver vivo durmiente en cama propia. -¿Sabes cómo se queda un mago después de comer? -¿Cómo? -Magordito!! -JAJAJAJA Ella ríe sin parar y busca la mirada de su compañero para reír con más gustejo. Siempre es más apetitosa la risa compartida, si no pa qué lo de las risas enlatadas. Pero la mirada de Él está cerrada. Sigue durmiendo. Le acaba de contar un chiste en sueños y con la mano cogiéndose los cataplines. Ella acaba de alegrase la mañana de resaca. Él es una sorpresa, qué digo una sorpresa, Él es un huevo kinder. Antes de atravesar la puerta de salida Ella ya le ha dado su número y Él que no esperaba nada de aquel encuentro eroticofestivo va caminando por la calle con un Ni tan mal en la cabeza. Al cabo de una semana se convierten, como los pokemons, en novia y novio. Cambian mi casa por nuestra. Ella acostumbra a Él a dormir pronto y cuando los silencios se hacen insoportables más pronto aún. -Camarero, este filete tiene muchos nervios. -Normal, si es la primera vez que se lo comen. -JAJAJAJA Nadie entiende que le ha visto Ella a Él. A veces se tira sin ducharse hasta seis días, se le puede ver el casco blanco de la cabeza asomar del pegamento que lleva en los mechones. Pero solo Ella conoce su encanto. Llevan diez años ya de casados. Decidieron casarse después de una crisis. Él llevaba seis meses con insomnio y a Ella ya se le estaba agotando la paciencia. Una noche, despues de 4 sobres de dorminidas, cayó rendido como gato al lado de una estufa. Volvía a ser el hombre del que se había enamorado. -Hola, ¿Está Agustín? -No, estoy comodín! -JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

El 21 de noviembre de 1995, bien pasadas las horas del reloj dorado casio de Ella, Él soltó un chiste que le fue bastante familiar. Ya lo había escuchado antes. Y así recuerda Ella cómo los chascarrillos comenzaron a repetirse día tras día. El final del amor ya anidaba en casa. Él no reparó en la tragedia hasta que le estampó como jarra de agua

fría, nunca había sido muy despierto.

Autora: Lidia Molina @leemona23

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